jueves, 28 de agosto de 2008

colegialas asiaticas

Pasó una semana, me olvidé del tema. Un día, casi a punto de ir a comer, me suena el teléfono. La mujer del jodido calentador. Que no se lo han cambiado, que se lo repararon de una manera chapucera, y que vuelve a estar estropeado. Dijo que a ver si podía pasar a verlo por la tarde, ya que estaría ella, y así podríamos solucionar el problema directamente, porque el problema ya pasaba de la raya.

Otra vez para allí, y para colmo, llovía a raudales, la típica tormenta de verano. Salí de la oficina de manera que luego ya no tendría que volver, e ir directamente hacia mi casa. Chaparrón en la calle, y el chaparrón que me iba a caer por parte de la señora. Toqué el timbre del piso, y me abrió la señora. Conté que debería tener unos 45 años, bien cuidada, muy guapa de cara, con un cabello rubio rizado. Vestía una bata de estar por casa, por encima de las rodillas, pero al mismo tiempo recatada. Se adivinaban unos pechos medianos, pero con la bata no se podía hacer una aproximación del tamaño real.

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