Le dije que pusiera su culo en pompa, y ella se puso a cuatro gatas, ofreciéndome su trasero. Puse mi lengua en el agujerito oscuro, y se la pasé de arriba abajo. Mientras, dos dedos míos entraban y salían de su vagina, llenos de flujo, que hacían que el meneo de dedos fuera suave, y la introducción, hasta el fondo. Entre jadeos y suspiros, me dijo que nadie le había lamido el ano nunca, y que no se imaginaba que fuera tan placentero.
- Desde luego, esto es una gozadaaaaammm...decía entre jadeo y jadeo. Pero... ¿no te da un poquito de asco? - Mujer, mientras todo esté bien limpio... - Mmmmm...Mmmmmmmm, aaaah! Ahora quiero hacértelo yo a ti.
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